domingo, 14 de diciembre de 2008

EL TESTIMONIO DE MARIA ALVAREZ, HERMANA DE GRACIELA FIOCHETTI


El final del testimonio de María Magdalena Álvarez fue casi un alegato. "No estuve allí, por eso no puedo culpar a nadie. Estoy buscando la verdad para poder elaborar el duelo. Quisiera que quien o quienes fueron se hagan cargo. A mi hermana se la llevaron viva, diez años después me entregaron sus restos, tuve que reconocer su cadáver -que no se lo deseo a nadie y aun no tengo respuestas", dijo Cuqui mirando hacia donde se encontraban los acusados. La hermana de Graciela Fiochetti dio a conocer detalles de su vida, la recordó como una persona solidaria que al momento de ser secuestrada estaba sin trabajo, pero iba al hospital de La Toma a ayudar a los enfermos. "Ella iba a ayudarla a bañar a doña Justina, que estaba enferma de cáncer y también a un señor que no recuerdo el nombre que tenía tuberculosis".También contó que Graciela "juntaba ropa, la arreglaba y la repartía entre los más necesitados". En la declaración, Álvarez, refiriendo a dichos de su madre, contradijo lo que Carlos Plá había manifestado en su indagatoria, sobre que él no había participado del operativo en La Toma, donde fueron detenidos varios militantes de la JP. También, por esos mismos dichos, señaló que Becerra estaba en el operativo. "Esos nombres los dijo mi madre".También dijo haber visto "a la distancia" unas hojas de cuaderno, "probablemente escrito con birome roja" que fue conocido después como El informe de La Toma, que dio origen a las detenciones. Se los habían mostrado para justificar la detención.En su testimonio, María Magdalena Álvarez, recorrió el calvario que vivió luego de tomar conocimiento de que su hermana había sido detenida, el recorrido por las distintas dependencias policiales y militares, las entrevistas con el entonces Teniente Coronel Juan Carlos Moreno, el ex subjefe de la Policía, Capitán Carlos Esteban Plá y otro personal policial que en algunas oportunidades no pudo identificar. Mientras estaban detenidos en La Toma, por comentarios de terceros, pudo saber que quienes habrían sido los torturadores de su hermana y los otros jóvenes, eran Víctor Becerra, de San Luís, "un tal Funes y un tal Mansilla", ambos de la policía de La Toma. También se refirió a las circunstancias que le tocó vivir cuando fue a identificar el cadáver que estaba en la morgue, que ella reconoció como de su hermana "por la contextura del cuerpo, la ropa, los zapatos y la pintura de las uñas". Pero "Ricarte me insistía que la cara estaba irreconocible", señaló refiriéndose al policía que le tomaba la declaración, del que luego supo su nombre.

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