jueves, 11 de diciembre de 2008

editorial revista numero 5

EDITORIAL
Si le preguntamos a cualquier persona que crucemos por la calle qué es la
anarquía, lo más probable es que nos responda: la anarquía es caos. Luego,
puede que se nos diga que la anarquía es que cada uno haga lo que quiera. Más
tarde, si seguimos preguntando, alguno nos dirá que anarquía es terrorismo.
Por último, si tenemos suerte, quizás nos crucemos con alguno que conteste
anarquía es libertad.
Así es como, a través de distintos mecanismos y dispositivos, la clase
dominante de una sociedad va dando significados a las palabras. Pero, en rigor,
esto último es cierto muy parcialmente. En realidad, la construcción social de
significados es dinámica, de modo que el mismo uso de una palabra puede (y de
hecho así ocurre) resignificarla, al mismo tiempo que existen mecanismos que
resisten o promueven esos cambios, según convenga a quienes tengan el Poder.
Actualmente, en una sociedad mediatizada por los Medios de Comunicación, el
uso de ciertas palabras con ciertos significados es condicionado precisamente
por los Medios, que suelen resignificar deliberadamente, por cuestiones de
intereses comerciales y/o políticos, esas palabras.
Este término, originalmente negativo (en el sentido de que niega verticalidad,
no en sentido valorativo) se positiviza a partir de que Joseph-Pierre Proudhon
la utiliza para autodenominarse anarquista en su libro Qué es la propiedad, que
es considerado como el primer uso de la palabra en el sentido sociopolítico que
da lugar al anarquismo.
En San Luís el contexto histórico, social y económico dista de ser el mejor,
vivimos en una sociedad totalmente adormecida, los grupos de izquierda, están
dispersos, solamente algunos siguen trabajando en pos de mejorar una
sociedad como la puntana, nunca mas positiva la idea de destrucción del estado,
no se puede construir una nueva sociedad con las bases del estado actual. Pero
esto no se debe ver como una construcción mesiánica sino como una
construcción colectiva y horizontal de poder popular, de un poder genuino, con
trabajo social en todos los sectores de la sociedad, no se puede construir sin la
unión, pero esa unión debe ser sincera, sin grupos que se crean que tienen la
verdad revelada, sin discriminaciones, como muchos han sufrido, por ejemplo a
lo largo de los años en la Universidad Nacional de San Luís, personas de origen
judío, o como se ha violentado la libertad de opinión cuando se hizo la muestra
de la Revista Barcelona.
Debemos unirnos, la lucha debe ser por la dignidad, por la libertad, por el sueño
libertario de nuestros hijos, no podemos ser actores de reparto de la historia la
debemos construir nosotros
Daniel Cayumàn

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